Los últimos movimientos en torno al sector energético han aflorado en el pueblo español un sentimiento que se encontraba soterrado desde hace décadas, y que sólo los falangistas dejábamos entrever.
Urge una reforma del sector energético en España. La privatización que socialistas y peperos han llevado a cabo desde finales de los años ochenta se han traducido en dos grandes males: el primero de ellos, la generación de desempleo en sectores que deberían favorecer las contrataciones. En segundo lugar, la carestía de los servicios de luz, agua y gas.
La cuestión es sencilla. Los falangistas defendemos un sistema energético en el que se cubran costes de producción, porque entendemos que la energía debe considerarse como un servicio. PP y PSOE consideran las fuentes de energía como un negocio y por ello buscan el máximo rendimiento, a costa de despidos, subidas de tarifas y otras estrategias mercantilistas.
Por eso los falangistas defendemos la reforma del sector energético español, por eso defendemos una nacionalización de los servicios de agua, luz y gas, pues los consideramos elementos básicos para poder vivir: agua para mantener una salubruidad dentro de las viviendas, luz para poder iluminar y conservar alimentos y gas para poder calentarse en invierno.