Los graves sucesos que vienen produciéndose desde el pasado año en diferentes ciudades europeas (Dresde, Colonia, Munich, Helsinki, Estocolmo…) han escandalizado a la sociedad de los diferentes países europeos. El buenismo europeo ha protegido en exceso el multiculturalismo y la corrección política de una manera tan ingenua e irresponsable, que ahora sufrimos su consecuencias.
Los líderes políticos han desarmado al pueblo, especialmente en España, donde padecemos una dictadura de las minorías, una aplastante e implacable tiranía de la ideología de género y de la multiculturalidad, donde se multa y humilla a quien no comulga con este pensamiento único y uniforme. Sin embargo, donde peores consecuencias está teniendo es en Centroeuropa y en los países nórdicos, donde los delitos, especialmente los de motivación sexual tienen su objetivo entre mujeres no musulmanas.
Los datos que afloran de la Nochevieja de Colonia son elocuentes: un millar de hombres organizados, muchos de ellos solicitantes de asilo y otros no, pero todos ellos presuntamente musulmanes, han atacado a un número no determinado de mujeres, pero que llegan a cinco centenares por el momento. La policía, incapaz de proteger a los ciudadanos, y los políticos, estupefactos, viendo como estos malhechores campan a sus anchas. Parece existir en Europa una suerte de “quintacolumnismo”, perfectamente organizado que sólo necesita recibir las órdenes oportunas para crear terror en las calles y aterrorizar a los ciudadanos.
Las autoridades deben reflexionar acerca del pensamiento único. El respeto que se debe a otras culturas no debe confundirse con el afán multicultural, que anula lo propio en beneficio de lo ajeno, especialmente cuando esto último carece de valores positivos, y solo busca dañar a quien acoge.
Los falangistas respetamos a las personas, porque basamos toda nuestra ideología en el respeto a la dignidad humana. Sin embargo, también somos celosos custodios de nuestras señas de identidad hispánicas, de nuestra cultura occidental y de nuestra religión católica. Por ello denunciamos las mentiras del buenismo. El problema es sencillo y sencilla la solución: si quien delinque es español, debe ser juzgado y enjaulado, y si es extranjero, deportado para que cumpla la pena en el país de origen.
Falange Española de las JONS