Un peligro para el sistema: No somos políticamente correctos

Mucho me temo que los repuntes de la economía de los que hablan los telediarios y presume el Partido Popular apenas pueden percibirlos el común de los españoles.

Esos españoles a los que se hizo cargar con el peso de una crisis que no habían provocado, pese a los intentos culpabilizadores de los políticos y su célebre afirmación: “Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”.

No. No fuimos los españoles quienes arruinamos las cajas de ahorros, entidades que llevaban varios siglos dando crédito a familias y empresas. No fuimos los españoles sino el consenso de las tarjetas black.

No hemos sido tampoco los españoles quienes hemos elevado la deuda pública a sus máximos históricos, deuda que se antoja imposible de pagar. No fuimos los españoles, fue el consenso despilfarrador y disolvente de las autonomías.

No hemos sido los españoles quienes hemos impuesto las durísimas medidas de ajuste conforme a unos criterios de austeridad que no se aplican a si mismos quienes nos imponen los recortes y que han acabado por hundir el consumo y con ello, toda esperanza de recuperación. No fuimos los españoles sino el consenso europeísta.

El consenso. Concepto manoseado durante ya más de tres décadas y al que hoy nadie puede atribuirle valor positivo alguno. Porque ha sido el consenso, esto es, la alianza de las instituciones y los actores del régimen del 78 –partidos, sindicatos, organizaciones empresariales, fiscalía y jefatura del Estado- la que ha conducido a la ruina física y moral de la España de hoy.

Una ruina abrillantada con los trapos sucios de la corrupción generalizada del régimen. Una ruina recalentada en los 17 pucheros autonómicos que dividen a los españoles y hacen inviable el Estado. Una ruina paseada por la Europa de los mercaderes a mayor gloria de quienes sólo ven a España como un destino vacacional o una oportunidad de producir con salarios de miseria.

Eso es el consenso: ruina económica y miseria moral. Así pues, que no nos vendan el consenso como la solución más razonable a la crisis institucional abierta tras las Elecciones Generales. No pueden apagar el fuego quienes han provocado el incendio. No pueden ofrecer ninguna solución quienes han generado el caos.

Malos augurios, ya lo se. España parece avocada a elegir entre el mal conocido y el mal por conocer. No es muy esperanzador el mensaje, soy consciente. Pero es necesario tener claro dónde estamos y quién nos trajo aquí si queremos encontrar la salida.

NORBERTO PICO
Jefe Nacional de Falange Española de las JONS.

Falange Española de las JONS

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