El actual sistema autonómico es un lastre para el Estado Social. desde su concepción, se trata de un modelo elitista, que aspira al mantenimiento de una élite gobernante, los barones, que crean en torno a sí una red clientelar que favorece la malversación, el tráfico de influencias y la corrupción. PP y PSOE se llevan la palma, pero tampoco quedan fuera IU, Ciu o PNV. Nadie está a salvo del poder de los partidos en España.
El Estado social debe ser aquel que gestione con austeridad sus recursos en aquellas cosas accesorias, pero que sin embargo se vuelque con otras que estratégica y humanamente son indispensables, como la Sanidad, la Justicia o la Educación.
Pero la España de la Unión Europea, de corte capitalista, nunca ha creído en el Estado social. PSOE, PP y los demás partidos parlamentarios tan sólo buscan su propio beneficio, y cuando han invertido en la sociedad, ha sido para embaucar a los votantes y poder mantener sus oscuros negocios.
Desde luego, lo que si está claro, es que en España solo habrá un Estado social cuando los falangistas llevemos a buen puerto la gestión de los ministerios. Todo lo demás, creer que los que nos han metido en el problema van a sacarnos de él, será poner a los lobos a cuidar las ovejas.