Ya no es noticia que un carnicero como Valentín Lasarte salga de la cárcel. El PSOE primero, y luego el PP ya nos tienen malamente acostumbrados. Desde que Zapatero marcó la Hoja de Ruta, varios asesinos han sido excarcelados, ETA ha copado las instituciones y se ha apartado a las víctimas del debate público.
Pero el caso que rodea a un tipo tan despreciable como Lasarte resulta especialmente doloroso, pues la cascada de falsos arrepentidos etarras sigue fluyendo. No se trata de cuestionar la posibilidad de que el reo tenga la oportunidad del cristiano arrepentimiento. Ese es otro debate. De lo que se trata es de que precisamente Valentin Lasarte no se ha arrepentido. Este criminal sufre una amnesia transitoria que le llevó a declarar constantemente en diferentes juicios “que no se acordaba de nada”, sin haber echo nada por paliar el dolor de las familias de sus victimas. Un tipo que ha matado a sangre fría a diez personas, no olvida tan fácilmente. Y mucho menos cuando le ha salido barato matar: sólo 2 años y siete meses por cada crimen.
Pero esto al Partido Popular le da igual. Gregorio Ordoñez, una de sus víctimas, debe estar revolviéndose en su tumba, pues aquel partido político por cuyas ideas murió, le ha pagado con la excarcelación de su verdugo y la ignominia de su memoria. Eses es el partido en el gobierno. Ese es Mariano Rajoy.