Entre las muchas noticias preocupantes sobre el futuro de los españoles está la posibilidad de eliminar la titulación en Educación Secundaria Obligatoria. Con el fin de camuflar las estadísticas de fracaso escolar, a los responsables educativos de este país no se les ha ocurrido mejor opción que sustituir el título de la ESO por un certificado sin limite de suspensos que oriente al alumno sobre cuál debe ser su próximo itinerario. Semejante estupidez sólo puede tener cabida en una sociedad que proscribe el esfuerzo bajo la coartada del buenismo.
Por fortuna es algo que aún no ha salido adelante y esperemos que continúe así. Nadie saldría más perjudicado que los jóvenes españoles. En primer lugar, porque la reducción del esfuerzo para titular ahondaría todavía más en los problemas psicológicos que las generaciones más jóvenes desarrollan cada vez con más frecuencia ante las dificultades inherentes a la vida en sociedad. Pero es que, además, esto reforzaría la obsesión por las titulaciones debido al elevado número de portadores de un certificado sin ninguna validez, depauperando a su vez el resto de las titulaciones superiores dado que los alumnos estarían todavía más necesitados de obtenerlas, con el consiguiente desembolso económico que perjudicaría a las familias con menos recursos.
Por otra parte, suprimir la titulación de la ESO significaría la renuncia del Estado a una de las pocas competencias exclusivas de las que dispone actualmente en materia educativa, con la gravedad de que la enseñanza secundaria es el requisito imprescindible para la inmensa mayoría de los empleos; el Estado estaría renunciando, una vez más, en beneficio de las autonomías y ya conocemos a dónde nos ha llevado ese camino desde hace décadas: a la creación de varios sistemas educativos autonómicos a los que pondría añadirse el agravante de no tener una titulación común a la que aspirar.
El Gobierno de coalición progre no quiere eliminar el fracaso escolar, sino ocultarlo y encima mentir a los españoles, profundizando en el caos autonómico. ¿Cuál es su intención? Mucho nos tememos que mantener en la ignorancia a una población manipulable. Al contrario de lo que quieren hacernos creer por medio de las televisiones, el mundo del mañana no será de color rosa y es necesario mantener controlada a la población ante posibles brotes de indignación contra el Sistema.
Al contrario que los partidos y organizaciones estudiantiles del Sistema, los falangistas consideramos que el esfuerzo y el sacrificio son necesarios para el aprendizaje vital del ser humano. Queremos una comunidad de personas fuertes y no de ofendiditos a quienes todo les sea regalado. Queremos justicia social en el sistema educativo para que aquellos con menos recursos tengan la oportunidad de titular como les corresponde y continuar con sus estudios superiores si así lo desean. Y regalar un certificado que no sirva para nada no es el camino, sobre todo cuando significaría la enésima dejación de funciones del Estado en manos de unas autonomías que sólo han sabido gobernar en beneficio de sus particulares castas políticas.