La realidad es que ambos son responsables de la pobreza energética, y ambos comparten objetivos: las multinacionales del gas, la electricidad o el petróleo son las pasarelas que permiten una “segunda vida” a los ex mandatarios de nuestro país.

Los efectos de esta dictadura son claros: imposición de tarifas abusivas, aumento unilateral del precio de los servicios, y clausulas contractuales abusivas. En el otro extremo se sitúa el pueblo español, empobrecido, recibiendo un mal servicio y extenuando por la imposición de un gobierno aliado con los grandes mercaderes de la energía.
Los falangistas siempre hemos defendido que la electricidad, gas y petróleo, como fuentes energéticas, deben ser exclusividad del Estado, debido a su carácter estratégico para el bien común. Por ello denunciamos la acción de los partidos políticos liberales, que hacen de una necesidad común su negocio, a costa de poner en peligro la vida de cientos de españoles que se han visto abocados a la pobreza energética.