El problema demográfico de España es una realidad que nadie puede negar. Otra cuestión es que la clase política gobernante (y la que aspira a gobernar) esté por la labor de buscar soluciones.
Si algo comparten todos los partidos políticos parlamentarios, desde el Partido Popular a Podemos, es que su interés por políticas natalistas está a años luz de su preocupación por las minorías sexuales y el mal llamado derecho al aborto, por ejemplo.
La continuidad del Régimen de 1978 no sólo supone una amenaza para la existencia de España como nación histórica y como proyecto político de futuro, también la supervivencia de los propios españoles pasa por sacudirnos este yugo donde los intereses financieros de unos pocos tienen prioridad sobre la población.