España vuelve a situarse por debajo de la media de los países de la OCDE en el prestigioso informe PISA. Se evidencia un abismo formativo entre escolares del norte de España y del sur, que cuentan con los peores resultados, causado por el abismo socioeconómico entre unas regiones españolas y otras.
No es culpa de los escolares. Ni de los profesores. Es culpa de un sistema eductivo relativista, donde la calidad de las materias no viene dictada por los expertos, sino por los partidos políticos que luchan por el control ideológico de los jóvenes. Es culpa de un sistema, en el que las Comunidades Autónomas pueden dictar libremente sus subjetivos criterios y objetivos, llegando incluso a incitar al odio en España y a falsear datos veraces, como ocurre con las asignaturas de Humanidades en Andalucía, Pais Vasco, Cataluña o Galicia.
Es un sistema desigualitario, entre aquellos niños hispanohablantes, a los que se niega la escolarización en el idioma materno español y oficial. Es un sistema, en el que convive la locura del trilingüismo, o en el que se corrompe a los niños con innecesario pseudoinformación sobre tendencias sexuales, y prácticas criminales como el aborto, amparado por el Estado.
Es el sistema, que no ampara al profesor cuando ha de enfrentarse a la violencia en las aulas. Es el sistema, en el que son los padres los que recriminan a los docentes en lugar de castigar a sus propios hijos. Es un sistema, heredado de los tiempos duros del socialismo ideológico, que el PP no ha querido mejorar para favorecer a la enseñanza privada.
Este es el sistema educativo que aborrecemos los falangistas. Es el sistema, que ha introducido el bilingüismo como un elefante en una cachareria, insertando profesores nativos sin formación curricular al nivel que licenciados españoles bien formados que han superado la oposición que les exigía la ley. Y es el sistema, en el que no hay dinero para poner la calefacción,el mismo que permite que existan miles de barracones en los que los niños den clases en condiciones tercermundistas.
Por todo esto, los falangistas proponemos un cambio transversal en el sistema, iniciando una serie de profundos cambios que impliquen a toda la comunidad educativa: padres, trabajadores de la enseñanza y estudiantes, en una gran labor educativa nacional, donde la disciplina y la responsabilidad vayan de la mano del aprendizaje y la didáctica. Donde los estudiantes aprendan y deseen mejorar, donde los modelos de imitación no sean ídolos del espectáculo, sino los grandes hombres que ha dado nuestra Patria. Donde los padres puedan compatibilizar el horario laboral con el horario escolar, y donde no sólo se enseñe, sino que también se eduque. De esta forma subiremos puestos en PISA, pero sobre todo, tendremos una nación con futuro.