Desde el inicio de la pandemia, a la hora de analizar las medidas adoptadas por las distintas administraciones, se establecieron dos objetivos presuntamente contrapuestos: economía y salud
Se conformaban así dos bandos. De un lado, los que priorizaban la economía sobre la salud, poniendo en riesgo la vida de trabajadores, sanitarios y personal de seguridad si era necesario para que no parase la maquinaria económica. Frente a ellos, aquellos partidarios de paralizar por completo la actividad económica de forma indefinida hasta que pudiera asegurarse el riesgo cero de contagio a la población.
El objetivo de mantener a salvo de contagio a la población no necesita más explicación. Es evidente la necesidad de proteger la vida de los españoles y frenar la expansión del virus que ha costando tantísimas vidas.
Sobre el objetivo de mantener las constantes vitales de la economía, en cambio, se hace necesario establecer una condición previa: siempre que no se ponga en riesgo la vida de las personas. Pero, establecida la premisa, la realidad es que la crisis económica consecuencia de la pandemia supone una amenaza real y grave para buena parte de los españoles, cuyos empleos están en peligro o ya han sido destruidos.
Por eso, en la fase de reconstrucción en la que nos encontramos, siempre vigilantes de que la enfermedad no regrese con la virulencia con la que nos golpeó hace tan solo unas semanas, se hace necesario compatibilizar salud y empleo, seguridad y trabajo, sanidad y actividad económica.
Ese debió ser el objetivo de las administraciones públicas, pero España ha tenido la peor de las gestiones sanitarias e, igualmente, se ciernen sobre su economía los peores augurios.
Ese es el objetivo del programa #ReconstruirEspaña de Falange Española de las JONS: compatibilizar salud y empleo.
