Los escándalos pasan factura a UGT. El flujo irregular de capitales que recibía de la Junta de Andalucía no era suficiente para satisfacer la gran red clientelar tejida por la federación andaluza del sindicato. Por ello, con unas cuentas en bancarrota, la federación despidió en 2012 a 159 trabajadores, empleando para ello los beneficios que le daba la reforma laboral del PP, a la que tanto se habían opuesto, aunque solo de boquilla.
El Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) que ha tumbado además el ERTE (expediente temporal) para 57 trabajadores. La situación de UGT es tan drástica, que para poder recurrir la sentencia ante Tribunal Supremo, la central sindical debe pagar en los próximos días un depósito de 720.000 euros del que no disponen, por lo que se han visto obligados a anunciar un nuevo ERE.
La UGT ha pasado de ser un elemento acusado a estar contra las cuerdas. Ha demostrado que hace años dejó de ser un sindicato que velaba por la defensa de los derechos de los trabajadores, para convertirse en una estructura corrupta, donde el dinero es el único afán motivador. Eres falsos de Mercasevilla, facturas falsas en la Junta de Andalucía, cursos de formación subvencionados que no se imparten y así un sin fin de actuaciones delictivas que no deben caer en el abismo de la impunidad.
Los trabajadores no merecen unos sindicatos que les roban, les engañan y que se aprovechan de las mismas leyes que dicen denunciar.
¡Basta de hipocresía!
¡Basta de sindicalismo amarillo!