Desde hace un lustro, la izquierda española y los partidos separatistas vienen reclamando la necesidad de hacer una reforma de la “Carta Magna”. La razón no es que busquen aumentar la protección social de la familia numerosa, asegurar los derechos de la infancia, proteger al débil, o asegurar una vivienda o un trabajo para todos los españoles. Su objetivo, es modificar la forma territorial, para dar cabida a un modelo de Estado federalista, con el que Felipe VI comulgará a pies juntillas a cambio de mantener el régimen borbónico en la cúspide de la pirámide.
La lectura sosegada de la Constitución del 78 nos lleva, como en la mayor parte de las cartas de autogobierno de otras naciones del mundo, a estar de acuerdo en lo fundamental: la defensa de la Patria, el acceso a una vivienda adecuada, el derecho a un trabajo digno, el idioma español como lengua oficial… sin embargo, estos grandes principios con los que estamos de acuerdo son, lamentablemente, los que nunca se cumplen.
Por ello, los falangistas nos tememos que la tan manida reforma constitucional oculta una caja de Pandora, que si se abre, aflorarán las aberraciones del siglo XXI que la ingeniería social de Bruselas, a través de los gobiernos títeres de PPSOE, a cabarán por implantar en nuestro país: reconocimiento de la eugenesia y el aborto como derechos fundamentales, la multiculturalidad, la ideología de género y el arco iris como ideologías de dominio social, y el laicismo como tónica general.
Los falangistas no podemos estar de acuerdo con esta proposición política, por lo que, en caso de que la reforma lleve esos derroteros, contarán con nuestra más profunda oposición. Sin embargo, los falangistas proponemos una serie de medidas encaminadas a mejorar la convivencia entre españoles, de asegurar nuestras fronteras y de proteger a los débiles. Algunas de estas propuestas son:
- Recuperar la soberanía económica, política y militar de España.
- Defender la dignidad humana especialmente en los casos de violencia contra los más débiles, como son los niños no nacidos y los ancianos.
- Transformar el actual Estado de las Autonomía por una España organizada por criterios de eficiencia, sostenibilidad y austeridad, comenzando por la configuración del país en una República.
- Defender la Unidad de España por todas las vías legales posibles, con especial penas para los casos de traición y sedición.
Garantizar el acceso y disfrute de una vivienda familiar digna, y de un trabajo equitativamente remunerado.
Con estos cinco sencillos principios constitucionales, España sentaría los pilares de una gran nación moderna y de futuro. Pero por desgracia, la reforma tan cacareada por izquierdas y derechas nos llevará una vez más, a nuestra aniquilación como nación.