Los recientes resultados electorales no parecen haber aclarado mucho el futuro de España, al menos en lo que a las instituciones se refiere. De momento, un mayor número de partidos con representación parlamentaria no se ha traducido en una mayor representatividad de los electores pero sí en un aumento preocupante del mercadeo en pos de la poltrona. Este mercadeo, desgraciadamente, llega al extremo de poner en riesgo la pervivencia de España como nación.
Un vistazo a los titulares que deja Pedro Sánchez o cualquier otro político es más ilustrativo que cualquier manual de doctrina política sobre los problemas acarreados por la democracia liberal y su sistema de partidos. La última ocurrencia del provisional Presidente del Gobierno ha consistido en proponer una reforma constitucional que permita gobernar al partido más votado. Como es de esperar, a nadie del Partido Socialista se le ocurrió tal cosa en una situación similar con Mariano Rajoy al frente del Gobierno. Y lo mismo podríamos decir cuando los políticos del Partido Popular han justificado los pactos posteriores que arrebataban alcaldías a otras candidaturas con más apoyos en las urnas, a pesar de mostrarse en su momento como grandes defensores del gobierno a favor del más votado.
El gatopardismo, las declaraciones oportunistas y el canjeo de sillones no son algo exclusivo de nuestra época, si bien la deriva experimentada por la partidocracia de 1978 durante el último lustro no sea obstáculo para denunciar la enésima tomadura de pelo al pueblo español. Por increíble que parezca, el despilfarro económico que supone convocar unas nuevas elecciones es lo de menos; lo más grave, lo que más cuesta reparar, son las declaraciones tóxicas y las promesas imposibles de cumplir con que los representantes políticos de los dos bloques mayoritarios dividen y enfrentan a los españoles.
Frente a la política de la división instigada por la partidocracia, Falange Española de las JONS plantea un modelo bicameral verdaderamente representativo donde se elijan personas al servicio de la comunidad y no meros portavoces a dedo de los actuales partidos parlamentarios. El tiempo ya nos dio la razón con los desmanes de los partidos secesionistas y nos lo sigue dando con el bloqueo institucional. El futuro de España no puede depender de mayorías partidistas, sino de una representación que verdaderamente actúe acorde a los intereses de la mayoría social de estudiantes, trabajadores, autónomos y pensionistas.
